Vivimos en un mundo dominado por el consumo, o mejor, condicionado por un sistema económico cuyo lema podría ser: “cuanto más tengo, más soy”. En las épocas de bonanza económica todo funciona a la perfección, el dinero abunda, aunque no se tenga -los bancos conceden créditos a intereses asequibles- y el consumo se dispara. Se compra de todo, también pisos a precios astronómicos. Se gana dinero, pero se quiere ganar más, aparecen los especuladores y el consumismo se hace insoportable para la economía. Llega la explosión de burbujas tan enormes como la inmobiliaria en España… y aparece la crisis que ya ha causado 30 millones de desempleados en el mundo.
Uno de los elementos básicos que mueven el mundo del consumo es la publicidad. Muchos puestos de trabajo dependen de la inversión publicitaria. El mundo de la información es uno de los que más dependen del sector publicitario. Si llega la crisis y baja el consumo la gente compra mucho menos y las grandes empresas comerciales no se anuncian tan alegremente en los medios de comunicación.