Portada de la película
“El precio de la Verdad”
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“No dejes que la realidad estropee una buena noticia”. Tal vez es lo que pensó Stephen Glass durante su etapa como redactor de plantilla para la prestigiosa revista de actualidad y política The New Republicy articulista por cuenta propia para publicaciones como Rolling Stone,Harper’s y George. El caso de Stephen Glass fue uno de los más escandalosos ejemplos de fraude periodístico cometido en Estados Unidos en el año 1998. . La caída de Glass se cuenta en la película de 2003 El precio de la verdad.
A mediados de los 90, sus artículos convirtieron a Glass en uno de los periodistas jóvenes más solicitados de Washington, pero una extraña cadena de acontecimientos y la denuncia realizada en septiembre de 1998 por Vanity Fair, detuvo de pronto su exitosa trayectoria. La historia que precipitó su caída apareció en el número del 18 de mayo de 1998. Se llamaba “Hack Heaven”, y trataba de un supuesto hacker de 15 años que había sido presuntamente contratado por una gran compañía para trabajar como consultor de seguridad después de haber entrado en su sistema informático y expuesto sus debilidades. Como varios de los artículos de Stephen Glass, “Hack Heaven” describía los hechos casi cinematográficamente y éstos eran narrados en primera persona, implicando la asistencia de Glass a los acontecimientos que relataba.
Poco después de la publicación del artículo, el reportero Adam Penenberg, deForbes.com, lo leyó e hizo sus propias investigaciones, no encontrando evidencia alguna de la existencia de la empresa Jukt Micronics o de las personas citadas por Glass. Cuando Penenberg y Forbes hicieron frente a TNR con estos datos, Glass alegó que había sido engañado. Por tanto, fue la edición digital de dicha revista la que descubrió el invento parcial o total de al menos 27 de las 47 piezas que el periodista Glass escribió.
Como dice la película que cuenta esta historia “El precio de la Verdad“: “el periodismo consiste en buscar la verdad“. Para ello las anotaciones que toma el periodista son cruciales ya que a veces son la única fuente de la que disponemos. El buen periodista debe dejar constancia de todo lo que vea y escuche y, por supuesto, nunca entregar un artículo si no está comprobado previamente. Además, la solución que propone la película para tener constancia de que nuestra fuente es real es una simple fotografía de la misma.
Este escándalo periodístico nos sirve para reflexionar sobre el enorme valor social de esta profesión cuando, a través de la verdad, lucha por valores tan fundamentales como la libertad, la justicia…Sin embargo ocurre todo lo contrario cuando se traiciona al lector con noticias manipuladas que solo persiguen el beneficio del periodista. Glass había sustentado su triunfo profesional utilizando la manipulación de las noticias con mentiras o medias verdades. Incluso había sobrevivido a denuncias de diferentes asociaciones norteamericanas que le acusaban de falsear datos y publicar hechos no probados.
La película es un drama que nos plantea algunas cuestiones fundamentales. El poder de la prensa y de los medios de comunicación en general y el hecho de que las personas que trabajan en ellos no sean capaces de utilizarlo con responsabilidad y honorabilidad. Un periodista o un comunicador es una persona y, por tanto, tiene derecho a pensar de una determinada forma y a expresarse libremente. Pero su trabajo ha de estar siempre basado en la verdad que le exige su ética profesional y que le facilitará el respeto del público.
Un buen periodista y comunicador jamás ha de copiar literalmente un escrito de alguno de sus colegas, en especial cuando hablamos de asuntos relacionados con la opinión. De igual forma, en el periodismo de investigación, resulta abominable inventarse polémicos artículos que le ayuden a prosperar en su carrera, destruyendo así cualquier concepto que pueda tener de la ética y de la verdad. Eso es precisamente lo que hizo Stephen Glass, protagonista de “El precio de la verdad”.
Tal vez en nuestra sociedad globalizada por las redes sociales cada vez sea más fácil colgar en la red noticias no contrastadas debidamente. Significa esto que el buen periodismo solo existe en los medios tradicionales (prensa escrita, radio, televisión). Evidentemente no, aunque es cierto en la prensa tradicional había más tiempo para contrastar cualquier noticia.
Sin embargo desde que existe el periodismo, existe la competencia. La lucha a muerte por la audiencia y, a veces, cada medio publica lo que su público quiere leer o escuchar.
Sirva de ejemplo la eterna investigación que el diario EL MUNDO lleva a cabo sobre el terrible atentado del 11-M en Madrid. Sea cierta o no la autoría de ETA del atentado, su continuo tratamiento en exclusiva de este diario es algo que atrae a los lectores de dicha publicación.
En el mismo sentido y, en otro segmento ideológico, los lectores de EL PAÍS se sienten atraídos por las continuas noticias aportadas por este diario sobre los papeles de Bárcenas.
Para finalizar aporto cinco titulares a modo de conclusión sobre este caso:
1. La verdad está por encima de cualquier artículo. Los medios deben verificar las fuentes que utilizan sus periodistas.
2. Las fuentes informativas deben ser fiables y de rigor. Para ello la solución es tomar tanto fotografías como declaraciones de todo hecho noticioso.
3. Antes de publicar un artículo debe haber pasado por previas etapas de verificación y comprobación.
4. El buen periodista debe ser fiel a la verdad de sus informaciones. No debe dejarse llevar por su éxito a consta de cualquier precio.
5. El buen periodismo no sólo existe en los medios tradicionales, también en los online.
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